lunes, 27 de noviembre de 2017

La Hermandad de San Juan, 500 años de existencia.

Un año más llega el mes de mayo a Huete y la imagen de San Juan volverá a recorrer triunfalmente las engalanadas calles del Barrio de Atienza. Las vivencias y recuerdos, nuevamente, se sumarán en nuestra memoria a las de los años precedentes, especialmente en nuestros mayores, que vivieron la destrucción de la imagen antigua y la salida procesional de la nueva efigie en los difíciles años de posguerra. Aquellos difíciles momentos no se habrían superado de no ser por el singular y fuerte arraigo del culto al evangelista en el Barrio de Atienza. Este arraigo permitió sobreponerse a otros cruentos acontecimientos como la Guerra de Independencia, cuando los franceses saquearon la iglesia de Guadalupe, robando el guión de plata de San Juan, o la desamortización, cuando el Gobierno requisó las rentas y propiedades de la Hermandad. Hasta hace muy poco tiempo, se conocían muy pocos datos sobre los orígenes de la fiesta, así como sobre el funcionamiento y organización de la cofradía. La opinión general seguía el pensamiento de Juan Julio Amor Calzas, que, en sus Curiosidades Históricas de la ciudad de Huete,publicada en 1904, defendía que la antigüedad de las fiestas no sobrepasaba el umbral de los últimos años del siglo XVIII. Afortunadamente, el descubrimiento de dos libros antiguos de la Hermandad, que se dieron a conocer en la exposición Esplendores de la Devoción en San Nicolás el Real, conmemorativa del III Centenario de la Hermandad de Loreto, han esclarecido muchas de las incógnitas sobre el origen de la fiesta y la cofradía, y nos han permitido remontar el origen de la Hermandad de San Juan hasta el año 1512, cuando los viejos documentos hablan de la existencia del Cabildo del Glorioso San Juan Evangelista, sito en la parroquial de Santa María de Atienza. La clave para remontar los orígenes de la hermandad hasta aquellos remotos años la encontramos en el libro de censos de San Juan, conservado en el Archivo Histórico Provincial de Cuenca, que no contiene otra cosa que contratos de censo, que si bien no aportan mucho sobre la fiesta y sus actos, sí esclarecen bastante sobre el funcionamiento interno y el origen del cabildo. Por medio de estos contratos, la hermandad entregaba cantidades monetarias a quienes lo solicitaban a cambio de unos intereses anuales. Existían dos modalidades diferentes de contrato, el censo perpetuo, que no se podía cancelar y que debía pagarse hasta el final de los tiempos, y el censo al quitar, cancelado una vez que se devolvía el dinero prestado. El pago de los intereses se heredaba de padres a hijos, por lo que no era raro que las mismas familias, generación tras generación, fueran las encargadas de pagar estas rentas a San Juan. El primer contrato al que se hace referencia en el libro se lleva a cabo en el año 1512, lo que quiere decir que en ese año existía una hermandad perfectamente organizada, que había decidido invertir los beneficios de los años precedentes. De hecho, la percepción de los intereses de los censos, que en ocasiones llegaron a suponer los 500 reales anuales, constituyó la fuente de ingresos más importante para la hermandad, hasta que el Gobierno desamortizó las rentas de las cofradías en el siglo XIX. A pesar de que los nuevos descubrimientos no establecen la fecha exacta de fundación, debemos estar orgullosos de poder demostrar que, hace la friolera de 500 años, nuestros antepasados ya celebraban las fiestas en honor a San Juan el día 6 de mayo. Aunque esto pueda parecer corriente, son muy pocas las hermandades que pueden demostrar una antigüedad tan dilatada en el tiempo, por lo que sería conveniente que, en estos cinco años previos al 2012, fuésemos pensando en la organización de un acto solemne para conmemorar el culto que el Barrio de Atienza ha dedicado a San Juan durante el último medio milenio.

La Hermandad de San Juan, 500 años de existencia.

Un año más llega el mes de mayo a Huete y la imagen de San Juan volverá a recorrer triunfalmente las engalanadas calles del Barrio de At...